Más de Arteca

SEGUNDA ENTREGA


Entrevistamos a Mario Arteca en un bar cercano a la plaza Rocha. El encuentro se extendió alrededor de siete horas durante las que con el grabador apagado o encendido siempre se habló de literatura. Le agradecemos a Mario por contagiarnos su entusiasmo.
Aquí ofrecemos la segunda entrega de lo que será una serie de publicaciones sucesivas.







Poesía concreta brasilera

Trabaja el legado de Mallarme, sobre todo en la parte final: El golpe de dados. El francés había sido editado y traducido por los hermanos Campos y descubrieron que un mismo poema arrojaba traducciones parecidas pero distintas. Los concretistas además de la zona gráfica trabajan una zona traductiva que aporta una amplitud de criterio más allá de la poesía tradicional.
El concretismo brasilero se caracterizaba por su exageración y recuperó máximas del modernismo (vanguardia brasilera): comerse a sí mismo, formas y fórmulas y el trabajo con el espacio y el campo visual.
Este movimiento tuvo influencia en el neobarroco argentino e incluso en algunos poetas españoles; acá en La plata incidió en la obra del artista plástico
Edgardo Vigo, por ejemplo.


La traducción

La complejidad en la traducción se nota, por ejemplo, en la poesía de John Ashbery, que parece llana pero resulta muy difícil de traducir. Su poesía tiene mucho slang, el argot neoyorquino. Creo que un buen traductor- que en la argentina hay buenísimos: Daniel Samoilovich, Mirta Rosenberg y Daniel García Helder- tiene la capacidad de comprender cómo funciona un poema en el idioma original, entonces traduce lo más aproximadamente posible.
Los españoles ponen mucha plata en traducciones que no sirven, por ejemplo lo que han hecho con Seamus Heaney. Por lo general lo que hacen es buscar la forma que encuentran, si el poema tiene cierta asonancia o consonancia ellos buscan lo mismo ¡pero no es lo mismo! porque el espíritu se pierde.
Supongamos que alguien se enfrenta a la tarea de traducir una novela de Aira. Cuando César escribe sentencias casi filosóficas, lo vemos como una especie de descanso narrativo y un traductor extranjero bien podría leerlas en serio. En fin, tenés que entenderlo como una máquina de ficción.






El Trabajo poético

Yo no creo en la inspiración; cuando me preguntan cómo funciono, respondo: eventualmente escritor de poesía. No creo en la poesía con mayúsculas; me gusta que la poesía sean textos que no se parezcan a la poesía. Buscás más una imagen que tenga que ver con un desplazamiento, con el desplazamiento del sentido; para mí un escritor no tiene que tener control de lo que se escribe: hay un momento dado en el que la poesía no se parece a lo que vos sos. Es interesante que uno encuentre en sus propios textos momentos en los que no se sienta identificado, porque eso significa un crecimiento personal, una meta por la cual continuar tu propia poesía. Cuando yo empiezo a reconocer algo que ya escribí, DELETE y afuera. Si realmente no podés escribir algo mejor de lo que escribiste, no te dediques a nada, yo creo que uno puede borrar una obra completa.
A mi entender la poesía es como uno la formula y la trabaja.






Sobre tres contemporáneos: Sosa, Jiménez y Batista

Con Víctor Sosa y Reynaldo Jiménez me une una búsqueda común. Ellos están vinculados a lo que quedó del neobarroco. Hay cierta sensualidad del lenguaje que manejan, sobre todo Víctor y León Félix Batista.
Reynaldo trabaja, otra cosa, digamos cierta zona del modernismo peruano; hace una lectura muy inteligente-sobre todo para Perú-de la unión de los nuevos escritores y la tradición. Para mí los poetas peruanos hacen la mejor poesía de América Latina. Reynaldo es un tipo que la argentina no ha leído como debiera. Un hombre de una profundidad muy grande, con un sentido fónico y auditivo muy importante que se nota más cuando lo escuchás que cuando lo leés.
Félix Batista retoma una tradición muy sensual del barroco latinoamericano; es una vertiente distinta del neobarroco, que viene más de la escritura de Severo Sarduy.

0 comentarios: